El juego en Persona 2: Innocent Sin no es para nada fluida, divertida. Más bien, tendremos que ir siempre corriendo dentro de las mazmorras para cada dos pasos entrar a un combate y ahí ya optar por tirar de negociaciones con los demonios para así poder conseguir, quizás, cartas de tarot que nos allanen el camino por la obtención de nuevas Persona, o bien luchar contra ellos. El juego si habria salido en sega.
Las luchas son muy lentas. Nos tiraremos un montón de tiempo dentro de cada una de ellas, a pesar de saber cómo derrotar a los enemigos, hacer técnicas conjuntas o pillar justo su debilidad que, por otra parte, no nos da ninguna ventaja añadida al hacerle algo más de daño del normal, no como en otros juegos de la saga que eso significaba turnos extra y si era el enemigo el que nos las pillaba a nosotros, se aplicaba lo mismo.
Al igual que en el primero de los Persona, iremos en grupos de hasta cinco personajes y podremos optar entre dar ataques físicos con las armas que llevemos equipadas, teniendo cada uno de los personajes ya una afinidad marcada de serie y no pudiéndosele equipar otra cosa que no sea lo que le pega, o también podemos hacer magias gracias a las Persona.
El juego es una mezcla de dungeon crawler con exploración por la ciudad. Aunque, a decir verdad, tampoco es que la exploración tenga demasiado encanto, ya que nos moveremos por un plano sin vernos, hasta elegir dónde entrar y, si en ese momento se nos permite, hacer lo que sea: compras, hacer circular nuevos rumores…